martes, 2 de octubre de 2007

Cadenas, destino y toma de decisiones


Hay una historia que me contaron desde la escuela:

Un elefante pequeño fue una vez amarrado con una cadena en una pata al suelo para que no escapara, como su fuerza no le daba para romper se acostumbro a que fuera así siempre. Cuando creció, aunque tenía una fuerza que superaba por mucho la necesaria para romper la cadena, este no podía hacerlo porque no creía que podía.

En estos días he estado pensando mucho acerca de esas cosas que siempre me paso quejando y poniendo excusas, desde hace años tengo claro una cosa: no puedo delegar la responsabilidad de mi existencia a alguien o a algo más, sin embargo, eso aunque suena muy bonito es difícil de llevar a la práctica.

Todos los días me siento como el elefante, pero con la salvedad de que que tengo la fuerza para salir de lo que no quiero y sigo en las mismas.

Pronto, poco a poco...

1 comentario:

Daniela dijo...

Me pasa igual y cunado me ataca esa idea pienso en lo fácil que sería la vida si fuera creyente...
En algún cristo, alá, buda o alguien a quién pedirle ayuda e imaginar que se hace cargo para no enfrentar los dolores del día a día...
Lamentablemente no tenemos a quién y toca amarrarse la fuerza inexistente y darse de pichazos con la vida en solitario...
O al lado de otros seres humanos, que al fin y al cabo, siguen siendo poco confiables...
Saludos,